miércoles, 8 de diciembre de 2010

Trescientos dos

En la noche sus manos se juntaron como si fueran olas que llegan a la orilla, se encontraron quizá curiosas aún de tocar y llevar más allá el impulso químico que las arrastra a un no sé qué no sé donde en cierta parte del cerebro y otras partes más pueriles y menos santas, pero un sonido de repente estallo en la otra alcoba, hizo que el encanto se perdiera, un sonido parecido a un silbido agudo penetro todas las alcobas y por falta de documentación y evidencia no se puede afirmar si otras parejas que estaban aún cabalgando en las buenas carreras de vientos y dunas también se vieron afectados, como despertados de un sueño los amantes se miraron de pies a cabeza y se sintieron como Adán y Eva cuando cayeron en la maldad y se dieron cuenta que estaban desnudos, él salió a ponerse los interiores y ella aún más extremista se enrolló una cobija alrededor, el sonido parecía pasar por ciclos, primero daba una vuelta y luego volvía, intrigados los dos se acercaron más hasta que con las orejas contra la pared pasaron a ser espectadores. Lastimosamente solo escuchaban el silbido, que constantemente daba vueltas y giraba por el recinto, repitiéndose por intervalos de tiempo iguales, de pronto se escucho un golpe como si fuera una palmada contra una mesa y luego le siguió un grito de una mujer que por su forma jadeante uno se imaginaría que había encontrado el amante perfecto o que su novio se mueve a satisfacción total, a penas se escucha esta mujer delirar y pedir más y más, los novios sonrientes se miran uno a otro y vuelven a la cama, pero es solo en el instante mismo en que ya cuando todo iba a continuar con el ritmo natural que habían dejado atrás, vuelve el silbido más profundo y agudo que antes, pero con una voz ronca que daba gritos de placer, ambos escuchan un quejido como de dolor y corren a escuchar éste sonido contra la pared para no perder ningún detallé, esta vez no tuvieron tiempo de taparse, ambos querían saber por qué se escuchaba éste ruido tan particular, a él le da asco y ya con la flacidez mental y física va y se pone los interiores, pensando que debe haber un depravado en la otra habitación haciéndole quien sabe que cosas a una muchacha que por las circunstancias cayo bajo sus redes, su novia rompe el silencio y le dice que él por qué nunca hace ruidos de placer, él con ironía la mira y mientras se viste le dice que él no hace ese tipo de payasadas y enojado se entra para el baño, el ruido sigue ahí cíclico como antes y cuando sale del baño la encuentra vestida y lista para salir, de pronto se escucha un golpe como el de antes y de inmediato una voz suave casi a punto de estallar, él novio enojado pues todo se había terminado, con un pequeño dolor le dice a su novia que no quiere pelear, que quiere irse ya, ella histérica no le dice nada, bajan las escalas y llegan hasta la recepción, él saca el dinero y procede a pagar, mientras se preparaba para recibir el vuelto, la recepcionista contesta el teléfono y con una seña le dice que por favor la espere un segundo, la llamada no fue muy larga, ella cuelga con una sonrisa mientras lo mira, llama a una de las empleadas y le dice que vaya a cambiar a los de la trescientos dos por que se les daño el televisor, con pena le da la devuelta y le desea un muy buen día. Él mirando hacia el suelo y sonrojado le desea lo mismo.

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